Mi voto en contra
Por Salvador Caro
A mis hijos
Aprendí de impuestos en el ITAM, un espacio privilegiado para hacerlo, estudiando becado mi maestría. Me apasionó el tema, creo en ellos aplicados en las circunstancias adecuadas.
Las razones económicas de mi voto en contra del paquete fiscal (PF) las divido en macro y micro. Las macro: el PF se quiere aplicar en un contexto de desempleo, pérdida de competitividad, déficit en la balanza comercial básicamente por importación de insumos, concurren la contracción del mercado externo y del interno, y pérdida del poder adquisitivo de la población. Más impuestos al consumo y a la renta implican: menos consumo y menos inversión de los productores.
Que el gasto del gobierno, es una palanca para el desarrollo, cierto, pero no con gobiernos como los de Calderón, Emilio, o Petersen que se dedican a desperdiciar el dinero en el mejor de los casos.
México tuvo dos oportunidades para una reforma fiscal 1991_1993, pero Salinas por sus obsesiones y Aspe por su ortodoxia la dejaron pasar; 2001-2003, Fox no quiso sacrificar en nada el bono democrático y desperdició la oportunidad. El presidente Zedillo corrió riesgos con la reforma de 1995 cargando la mano a los consumidores, finalmente la economía resistió y fue para bien en el largo plazo.
Las micro: los impuestos mueven a la alza los precios de bienes y servicios. En México el 30% de las familias sobreviven con menos de 3 mil pesos al mes, el efecto marginal del incremento del IVA significa perder 2 o 3 de las 90 comidas que debieran dar al mes, y que apenas rebasan las 60 o 65 en ese sector. A quienes reciben un poco más de ingresos, el impuesto a las telecomunicaciones implica cancelarles el acceso a la tecnología.
Combinado lo anterior con el incremento al ISR, para personas con ingresos menores a 10 mil pesos en el medio urbano, significa regresarlos la sobrevivencia. Después de estos a quienes más afecta es a los micro y pequeños empresarios, sostén de la economía local de la ZMG. Los diputados debieron ponerse en los zapatos de alguien que con esos impuestos a su empresa sostiene una familia. Hasta ahí.
Las razones políticas: estas son muy elementales, los mexicanos más que gobiernos con dinero, los quieren, junto a partidos y políticos, con credibilidad. Las instituciones y quienes las representan están en bancarrota moral y más después de está traición a la gente. Existe una escalera de abyección que empieza en el ciudadano que lo acepta todo, pasa por el representante que se pone de rodillas ante sus jefes políticos, y luego estos hacen lo mismo frente a las oligarquías financieras internacionales.
Las propuestas alternativas por las que luché son 5 : la revisión de los regímenes especiales relacionados con la depreciación de bienes inmuebles, la deducción de compra de automóviles, y a maquiladoras; gravámenes especiales a los alimentos chatarra, tabaco y bebidas embriagantes (pero BIMBO está protegida por ser una importante financista electoral); las ganancias de los bancos y de la especulación financiera, juro que ningún banco se iría del país con gravámenes del 50% a sus utilidades; recortes drásticos al gasto del gobierno en sus tres órdenes; congelación de los preciso de luz, gas, gasolina y diesel para activar la planta productiva y preservar los niveles de consumo de bienes y servicios. Y ya que llegue la recuperación entonces revisar IVA e ISR.
Hay cuestiones difíciles de comprender. Mis padres emigraron muy jóvenes a California, mi papá se desempeño como obrero calificado hasta jubilarse. Recuerdo, debió ser por 1983, que lo acompañé a pagar sus impuestos; de regresó, en el camino, me platicó que días antes había soñado a Ronald Reagan visitando su trabajo, y que mi padre al saludarlo le decía orgulloso “You’re my hero”. López Portillo acababa de dejar la presidencia de nuestro país apenas hacia unos meses.
El pasado martes antes de las votaciones del PF yo estaba muy molesto, pensé en todo lo anterior. Recordé que soy priísta con una profunda admiración por Zapata, por Lázaro Cárdenas, y creo que Colosio hubiera hecho más, me puse en el lugar de mis electores y sentí cada vez que presioné los botones de los controles de votación, que ellos me estaban mirando. Con arrogancia pensé en México, en nada más.
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